#Opinión. El Teléfono Negro: una fantástica idea… en papel.

A principios de 2020, se anunció que Scott Derrickson no dirigiría la secuela de Doctor Strange debido a diferencias creativas, un cuento que hemos escuchado una y otra vez en el MCU. Al principio fue una noticia triste porque la primera película de Doctor Strange es una de las mejores dentro del universo cinematográfico de Marvel.

Afortunadamente al poco tiempo recibimos un par de noticias más alentadoras: por el lado de Marvel, ya sabemos que consiguieron que el legendario Sam Raimi dirigiera la secuela tan anticipada de Doctor Strange, mientras que por parte de Derrickson se anunció que aprovecharía la oportunidad para dirigir un proyecto con toda la libertad creativa que deseaba y que realmente le apasionaba llamado El Teléfono Negro. Para esta nueva película enlistó la ayuda de su colaborador en Sinister y Doctor Strange, C. Robert Cargill como escritor para adaptar a la pantalla grande este cuento corto de Joe Hill, hijo de Stephen King. Además, en el reparto tenemos otra reunión de colaboradores con las actuaciones de Ethan Hawke y James Ransone que en Sinister interpretaron al escritor y al policía respectivamente. Todos estos elementos hacen de El Teléfono Negro una fantástica idea en papel, y aunque el resultado final es bueno, puede que no cumpla todas las expectativas.

La historia está situada en el año de 1978 en Colorado donde cinco niños han desaparecido misteriosamente y se sospecha que han sido secuestrados y peor aún, probablemente ya hayan sido asesinados. Nuestro protagonista, Finney, es un niño tímido que constantemente deja que los bullys se aprovechen de él y lo golpeen, mientras que su hermana menor Gwen es valiente y siempre está dispuesta a hacer todo por defender a su hermano. A raíz de los secuestros, Gwen comienza a tener sueños extraños sobre los niños desaparecidos que incluso llaman la atención de la policía por el nivel de detalle tan acertado en sus visiones. Ella está segura que lo que ha experimentado son pistas para encontrarlos y no simples sueños, pero su padre alcohólico la obliga a ignorar sus sueños con la amenaza de violencia. Finney, por su parte, tiene un encuentro con un supuesto mago de medio tiempo afuera de una van polarizada misteriosa y como es de esperarse, es la manera en que es secuestrado como parte del modus operandi de este temible villano denominado “el raptor”. El secuestrador, interpretado por Ethan Hawke, lleva a Finney a su sótano donde lo único que tiene es un colchón y un misterioso teléfono negro sin conexión que a pesar de no funcionar puede ser la clave para escapar de esta terrible situación.

En teoría, la historia pinta bastante bien y tiene todos los elementos para ser una película de terror memorable. Simplemente la idea de un secuestrador de niños es suficiente para dar bastante miedo por sí misma, incluso antes de agregar demás elementos sobrenaturales y de horror que también están presentes en la película. Scott Derrickson, como lo demostró previamente en quizás su mejor trabajo con Sinister, tiene un gran talento para crear imágenes aterradoras y lo implementa visualmente de manera magnífica en esta película. Sin embargo, cada que hay algún momento de terror en el Teléfono Negro, siempre se queda un poco corto de lo que pudo haber sido. Para explicarlo de manera más clara, en la estructura de un buen susto o una secuencia de terror, al igual que en la de un chiste, tienes una premisa, un desarrollo y una resolución o remate, donde si hiciste bien tu trabajo en los primeros dos pasos, en el tercer paso logras asustar a tu audiencia (o hacerla reír en un chiste).

En el caso de El Teléfono Negro, la premisa y el desarrollo son excelentes, pero a la hora de llegar a la resolución de cada momento tenso, en lugar de cerrar con lo más fuerte o lo inesperado, siempre recurre a una resolución muy débil que te deja con ganas de más. Como ejemplo, hay un momento donde un niño encuentra una posible manera de escapar, pero para lograrlo tiene que adivinar la combinación de un candado mientras de reojo ve que el secuestrador está dormido detrás de él en segundo plano, con la idea implícita que si se llega a despertar puede haber consecuencias fatales. Hasta ese momento es una secuencia donde realmente se acumula la tensión con cada segundo que pasa. Después de varios intentos, encuentra la combinación correcta pero el candado al abrirse hace ruido y el niño de inmediato empuja la puerta con fuerza para escapar, lo cual hace un mayor escándalo. En todo este tiempo estaba puesta la mesa para romper este momento de gran tensión en el que sabemos que en cualquier momento el raptor pudiera despertar de manera repentina y atrapar al niño en el acto, pero no, el niño sale corriendo y pasan más de 10 segundos para que el personaje de Ethan Hawke reaccione y salga corriendo tras de él, con toda esa tensión ahora tirada a la basura.

Hablemos un poco de los personajes. Gwen la niña con visiones en sus sueños es un tipo de personaje que podríamos esperar en una película giallo como The Stendhal Syndrome de Dario Argento o Siete Notas en Negro de Lucio Fulci, incluso un ejemplo más contemporáneo sería el tributo al género giallo que hizo Edgar Wright con Last Night In Soho. Pero lamentablemente las visiones de la niña sólo añaden textura a la película y nada de substancia, no tienen prácticamente ninguna relevancia a la trama, sólo están ahí para rellenar minutos y añadir una que otra secuencia de sueños. La actuación de Ethan Hawke es muy buena, pero francamente es imposible no compararlo con el personaje de James McAvoy en Fragmentado. En este caso, su personaje es más sutil con sus múltiples personalidades, sólo utiliza una máscara con diferentes expresiones cada que tiene la intención de mostrar una personalidad ligeramente diferente, pero esto nunca es explicado ni es utilizado para añadir nada a la historia, simplemente es un elemento “creepy” del personaje que además cubre su rostro la mayor parte del tiempo y obliga al actor a recurrir a su lenguaje corporal para diferenciar estos cambios. Los personajes de Jeremy Davies como el padre viudo alcohólico y James Ransone como el hermano del secuestrador que quiere resolver el caso son muy interesantes al momento de presentarlos, pero al finalizar la película te das cuenta que están nada más de adorno y no aportan prácticamente nada a la trama.

Todos los elementos independientes que se establecen son sumamente interesantes, la película en sí es bastante entretenida y tiene varios sustos y momentos de suspenso que valen la pena, pero siendo una historia del hijo de Stephen King, su mayor debilidad está en el final. Se resuelve la trama de una manera funcional pero muy poco satisfactoria. Se queda en un nivel muy básico. En medio de una cartelera llena de grandes franquicias como Lightyear, Jurassic World y Doctor Strange, se aplaude el intento de Scott Derrickson y compañía de incorporar nuevas historias que no están basadas en grandes productos comerciales, y en verdad el resultado es una película buena a secas que de todas formas es recomendable, pero poniendo las cosas en la balanza, no estoy seguro si El Teléfono Negro sea justificación suficiente para haber abandonado un proyecto más grande como Doctor Strange 2 con la excusa de buscar un proyecto con mayor libertad creativa. Es difícil echarle porras a El Teléfono Negro como una idea original cuando se parece tanto a ideas originales mucho mejor ejecutadas como Last Night in Soho o Split.

– Rafael Carrillo

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