Al principio, cuando en redacción me dijeron:
-Oye, te toca ir a cubrir a Jaramar-
Mi primera impresión fue de sorpresa, porque no había escuchado su música y aparte fue mi primera cobertura en el Conjunto Santander de artes escénicas.
Al llegar vi una concurrencia variada, inclusive familias con niños no tan pequeños, gente mayor, chicos universitarios, las 4 generaciones en esta era estaban ahí congregados, eso me dio más o menos idea del tipo de música que encontraría.
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Al tomar mi asiento y ver el escenario, una suerte de juego de luces que me daba a entender que todo se centraría en la experiencia auditiva.
Al punto de las 7:40 P.M. salen Jaramar y sus musico, un tercio de cuerdas, un baterista y comienzan la función, siempre es una experiencia linda cuando encuentras nueva música, porque vas sin ninguna expectativa, completamente abierto, como cuando uno es niño y va descubriendo el mundo, así fue mi encuentro con Jaramar.
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Canciones iban y venían con interludios donde la intérprete nos compartía sus reflexiones sobre la pandemia, lo mucho que nos hizo separarnos como sociedad, algún dato sobre la siguiente canción o un simple recuerdo de sus viajes (físicos y musicales) y daba mucho sentido al nombre del álbum y la gira, porque eso eran canciones, naves que nos llevaban a algún lugar remoto y no tan lejano, desde la región de la costa en Oaxaca hasta el siglo XV y el éxodo judio por las regiones españolas, cantos de Bahía, cuna de la cultura Brasileña.
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Al acabar este viaje todos salimos con un calor en el pecho por estos sonidos tan amables, con estas historias tan increíbles que nos compartió y yo en lo personal, sali con un artista mas a mi playlist.
Por Mario Rodriguez.
Muy buena reseña, dan ganas de escucharla