#Opinión. La Sirenita: intrascendente para las nuevas generaciones; prescindible para los amantes del clásico.

Al ver el resultado final de “La Sirenita”, el espectador se percata que el mayor problema al que se enfrenta la película definitivamente no es la polémica elección de su actriz protagonista. Estamos ante una mezcla de elementos mal desarrollados que dan como resultado un producto sumamente decepcionante.

Voy a iniciar con lo que todos comentan: Halle Bailey. Me queda claro que es una cantante asombrosa. Pero una actriz sumamente limitada. Su Ariel resulta tan gris, que su presencia termina siendo irrelevante. Sumando a que la puesta en escena submarina es tan infame que su caracterización de sirena empalidece debido al uso de un CGI mediocre y que se nota anticuado (imposible ver esto después de la secuela de “Avatar” y no sentir pena ajena). El filme intenta asombrar con escenas bajo el agua, como la recordada persecución que hace un tiburón a Flounder y Ariel, logrando una secuencia aburrida y espantosa.

Por si fuera poco, se decidieron por agregar unas nuevas canciones, innecesarias y poco memorables, que solo alargan innecesariamente la historia. “Bajo el mar” que es la canción más espectacular de la caricatura, y aquí termina sintiéndose más artificial que un jugo de lata. Poner a Ariel a cantar en los coros, hace que su razón narrativa pierda todo sentido, al ser una canción que se supone es para persuadirla de que la vida en el mar es mejor.

No todo es malo, resulta muy superior todo lo que ocurre fuera del agua y principalmente las escenas qué involucran al príncipe Eric, qué se convierte en el personaje más “interesante” de la trama, pues la personalidad y trasfondo que le inyectan a su personaje es justo todo lo que faltó desarrollar con más profundidad en Ariel. También destaca toda esa parte de la historia en la que entra en escena Vanessa, hasta su descubrimiento, sin duda, lo más rescatable.

La mayor decepción sin duda es Úrsula. Sus pocos minutos en pantalla son planos, carentes de personalidad y termina siendo una calca borrosa del dibujo animado. Sorprende la decisión de prácticamente borrar a sus anguilas aliadas, dejando sus intervenciones a fragmentos decorativos. Y ni hablar de sus minutos finales, la risa involuntaria hizo eco en la sala,

Scuttle y Sebastián son horrorosos, parecen sacados de un mal programa televisivo de preescolar y eliminan sus mejores momentos de la caricatura.

El director Rob Marshall ha quedado muy lejos de esas épocas en que nos entregó “Chicago”, “Memorias de una Geisha” o “Nine”. Es evidente que hasta él tiene flojera de contar esta historia. Por su lado, Lin-Manuel Miranda está presente simplemente para integrar cierto renombre, pues su talento se quedó lejos de aquí. 

En definitiva, “La Sirenita” no es una buena película. Y no por la elección de su protagonista, ya que en pantalla resulta irrelevante. Cualquiera que hubiera sido la elección no hubiera cambiado este desastre. Es mala porque merecía ser visualmente espectacular, explotar a sus personajes de reparto y repetir ese deseo de que la audiencia, sin importar su edad, soñaran con querer formar parte de ese mundo.

Intrascendente para las nuevas generaciones. Prescindible para los amantes del clásico.

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